Un diagnóstico de cáncer causa el mismo impacto que una piedra al caer en un estanque. Genera una ola que va afectando al entorno de la persona afectada, en mayor o menor medida. Es evidente que saber que alguien con quien nos relacionamos tiene la enfermedad no nos deja impasibles. ¿Cómo podemos transmitir empoderamiento personal ante el cáncer de un colaborador en las empresas?
Es evidente que saber que alguien con quien nos relacionamos tiene cáncer no nos deja impasibles.
Por un lado, normalmente sentimos empatía hacia esa persona y su familia, por lo que se le viene encima los próximos meses. Por otro, a menudo no llevamos el diagnóstico a nuestro terreno y nos hacemos preguntas o dibujamos un escenario imaginado para visualizar cómo sería nuestra vida si en lugar de ser la otra persona la afectada, fuéramos nosotros.
Estas reacciones son normales y las considero incluso saludables. Imaginar cómo sería si nos pasara a nosotros nos puede ayudar a valorar más lo que tenemos o a hacer balance de nuestra vida sin tener que pasar por una experiencia tan intensa como la de vivir el cáncer en propia piel.
A estas dos reacciones, además se le suele unir una tercera, que es la de imaginar cómo será nuestro día a día sin esa persona a nuestro alrededor. Se dice a menudo que no somos indispensables. Yo prefiero quedarme con la idea de que todos somos únicos. Por tanto, si bien siempre se puede sustituir a un trabajador por otro para hacer el trabajo, al mismo tiempo, nadie llena el hueco de la persona que no está.
Se dice a menudo que no somos indispensables. Yo prefiero quedarme con la idea de que todos somos únicos.
¿Cómo afecta en nuestro equipo que uno de sus miembros tenga cáncer?
Y ¿cómo afecta esta situación a nuestro equipo?
Independientemente del rol que ocupe la persona afectada por cáncer dentro del equipo, su marcha, en caso de que se pida una baja, o su descenso del ritmo habitual de trabajo, generará esa ola que antes mencionábamos, que repercutirá en los demás de alguna manera.
Tal vez lo primero que traiga consigo esa ola es pensar en el trabajo que el equipo se ha comprometido a sacar adelante y tendrá que asumir sin este individuo; los resultados a lograr, los proyectos en los que se está participando. Esta aproximación no es banal, porque puede generar mucha ansiedad en el personal.
Además, exponernos a la realidad de una persona cercana con cáncer puede desencadenar una serie de emociones en el equipo que necesitan un espacio para ser expresadas e integradas.
El título de este post se refiere al empoderamiento ante el cáncer de un colaborador, como objetivo final a plantearnos ante la situación. Antes de llegar ahí, necesitaremos digerir lo que está pasando, explorar el impacto emocional en cada uno y en el equipo en sí mismo, como ente independiente.
Necesitaremos digerir lo que está pasando, explorar el impacto emocional en cada uno y en el equipo en sí mismo, como ente independiente.
Nuestra recomendación es realizar un trabajo inicial de grupo con un coach profesional, en el que cada uno pueda permitirse dedicar un tiempo a encajar y explorar la situación.
A partir de ahí, en función de las reacciones, puede valorarse una intervención de coaching y acompañamiento individualizada. Probablemente una o dos sesiones sean suficientes para permitir a los individuos conectar con sus miedos, como el miedo al cáncer por ejemplo, reconocerlos y elegir cómo desean seguir hacia adelante, tanto en su día a día como en su trabajo.
¿Por qué hablamos de empoderamiento personal?
Hablamos de empoderamiento personal porque una vivencia como la descrita en este post puede ser una puerta de entrada hacia uno mismo. Empoderarnos es hacernos con el control de nuestra situación, un control basado en nuestros propios deseos y en nuestra capacidad para elegir. No controlamos las situaciones externas, sino el poder que les damos, y cómo queremos que estén presentes en nuestra vida.
Por eso, el cáncer de un colaborador puede marcar el inicio de un viaje interior e íntimo que puede ahondar en nuestras emociones y ayudarnos también a gestionar el proceso de cáncer con la persona afectada, sintiéndonos cómodos y seguros para ser, hacer y decir aquello en lo que creemos.
Además, como equipo, también podemos elegir cómo queremos vivir la situación, y trazar una estrategia en la que se contemplen los aspectos emocionales del momento y también los más prácticos, relacionados con la cuenta de resultados y el trabajo que hay que sacar adelante.
Si te encuentras en una situación parecida a la descrita en este post, mi invitación es que te atrevas a identificar tus sentimientos, que no te niegues los pensamientos que puedan surgir y te permitas explorarlos. Somos seres vulnerables. Abrazar esta idea y vivir desde la vulnerabilidad nos hace fuertes. Y además, resulta enormemente inspirador para nuestro entorno.
Las ideas expresadas en este blog son de su autora, coach profesional y en su día paciente de cáncer de mama. Se basan en su experiencia y su formación. Sus opiniones en ningún momento pretenden reemplazar el diagnóstico y tratamiento propuesto por el equipo médico.